miércoles, 25 de febrero de 2015



Renta Básica Universal, para la libertad real de las personas. Un instrumento del desarrollo equitativo en las sociedades del siglo XXI  

(publicado en Semanario Brecha en febrero 2013)

Nelson Villarreal Durán[1]


Es tiempo de soñar nuevas utopías que acrecienten la libertad como posibilidad real de todos y no solo de algunos, asumiendo otros tipos de  autonomía y restricciones para el desarrollo de las sociedades en lo local, regional y global .


“Los dilemas del reparto. La RBU divide a la academia”, tituló Carolina Porley, en Brecha del  viernes 25, enmarcando una discusión que genera valoraciones contrapuestas entre economistas, pero que implica varias otras dimensiones y disciplinas, retomando uno de los disparadores desde la filosofía,  con el libro: “Introducción a la Renta Básica Universal” [2]. Por otro Andrés Rius del IE-FCEA publicó a fines de diciembre en La Diaria la nota “Renta Básica y economía menos básica”, mostrando que el abordaje de algunos de sus pares tienen una valoración no acorde a lo que requiere el siglo XXI y que algunos argumentos críticos a la propuesta de RBU condicen mas con la visiones neoclásicas, que hasta en su contrario pueden incorporar la propuesta más que desecharla. Asimismo interesantes artículos de Andrés Peixoto en El País muestran el interés a favor, como otros de carácter detractor.

Acordando en la necesidad de incorporar avances recientes de la economía en relación con la filosofía permitiría acercarse más hacia la utopía de la igualdad básica. Esto daría las bases para consolidar la libertad real de todas las personas[3], no dejándola atada solo al mercado o a los derechos civiles en forma restrictiva, sino habilitándola en todas sus potencialidades para un mejor desarrollo de sí mismas y de las sociedades. No independiente de otras variables como la producción y usufructúo de los bienes en la sociedad y la naturaleza que debe repensarse ya en el paradigma actual para que no siga quebrando y deprede la naturaleza y la sociedad.

La idea de RBU puede ser rastreada desde el mundo griego, como condición para el ejercicio de la democracia, pasando por los humanistas Tomás Moro y Juan Vives, que argumentan una renta mínima garantizada en una visión judeo-cristiana, pasando por municipios europeos del siglo XVII a Thomas Paine y la justicia agraria en el liberalismo americano del siglo XVIII, o el socialismo utópico de varios autores, la visión de socialización de los medios de producción de Marx en el siglo XIX, la seguridad social del estado social bismarckiano ligado a la etapa industrial, hasta la renta mínima de inserción de los franceses en el siglo XX a las experiencias de RB y mínimos sociales condicionados de los gobiernos progresistas latinoamericanos actuales de principios del siglo XXI, se relacionan parcialmente con la propuesta.  Concluyendo en lo que se ha denominado la “vía capitalismo al comunismo” desde los mínimos igualitarios y no desde los resultados igualitaristas.[4]
   
Efectivamente la idea  de renta básica genera conflicto y contradicción a la vez que emerge por un lado como instrumento que puede reordenar o complementar los sistemas de protección social articulando una serie de derechos sociales o simplificándolos para su mayor eficacia, a la vez y busca completar el ciclo de dimensiones que consolidan la aspiración a la libertad en las sociedades modernas que no logran concretar la promesa iluminista de felicidad y realización[5].  La RBU se caracteriza en su objetivo por ser pensada como incondicional y universal, laica y ecuménica, exactamente idéntica a la condición de sufragio universal democrático y este es el diferencial  que produce el cuestionamiento fuerte en la medida que  su viabilidad depende no solo del reconocimiento de derechos, sino de una distribución de recursos producidos por toda la sociedad y no en base a contrapartidas sino en la confianza del bien que implica la libertad. 

Desde la teoría liberal conservadora-propietarista de R. Nozick, pasando por la teoría liberal de izquierdas de la justicia como equidad de J. Rawls hasta llegar al ideario normativo republicano y el neo-marxismo de Van Parijs, es posible justificar la propuesta social de la RBU, sin embargo las consecuencias son distintas en una visión ultra-liberal que en una socialista.

De la misma forma que el sufragio universal no solo se consolidó como instrumental sino como objetivo de las sociedades en crear democracia, así mismo la renta básica no solo busca ser un instrumento de mínimos sociales para la inclusión, la igualdad básica y la distribución, sino que busca crear las condiciones de un acrecentamiento de la autonomía de las personas y puesta en relación con otras dimensiones, propender a hacer viable sociedades con mayores posibilidades de ejercicio de la libertad mas integral que lo que hoy tenemos.

El ejercicio de la libertad en el ser humano es un foco móvil en la subjetividad, la historia, la sociedad y en la economía. El propio conflicto de su posibilidad genera miedos y deseos, también valoraciones de los otros sobre hasta dónde y cómo las personas saben ejercerla y aprovecharla y lo que se le permite a algunos sectores sociales, se le condena a los otros. De la misma forma que es clave para el ejercicio de la libertad  incentivar a las personas a tomar iniciativa y ser innovadores, es sustantivo  que puedan desencadenar su autonomía en todas las formas que imaginen asumiendo la alteridad con los otros. La aceptación y reconocimiento como una condición de la propia dignidad de cada uno no puede ser efectiva si  no se dan a la vez las condiciones materiales básicas, la predisposición subjetiva y el reconocimiento de los otros. Pareciera que mucho de los sistemas actuales pretende solo encasillar en un paradigma que llevado a su extremo muestra que no logra hacer que todos sean parte del, excluyendo o fagocitando, por tanto es necesario pensar paradigmas que efectivamente amplíen las posibilidades, tanto de inclusión e igualdad, como de ejercicio más integral de la libertad.

El análisis de las sociedades en los últimos 50 años en los paradigmas ejercidos a la fecha dejan fuera algún aspecto de la libertad o de la igualdad que terminan mutilando la posibilidad de todos. Es necesario pensar en mecanismos de ganar-ganar que permitan tanto la autoafirmación de cada uno, como el reconocimiento de los otros en la diversidad de capacidades que se desencadenan si se dan determinadas condiciones[6]. En la medida que las estrategias de desarrollo implementadas a la fecha o son viables para algunos sectores o países o depredadoras de la posibilidad de otros.  Dar cuenta de modelos de desarrollo no solo viables sino inclusivos, igualitarios y sustentables en relación al planeta hace poner bajo sospecha muchas de las teorías clásicas tanto en la economía como en las ciencias sociales, demandando de la filosofía una reflexión que logre provocar o repensar ideas permanentes en estos tiempos.

A principio de enero de 2013, en Santiago de Chile, se desarrollo la Internacional del Conocimiento, espacio de intercambio de saberes entre Universidades dónde uno de sus foros fue sobre qué de desarrollo[7] se requiere para  que se superen a la vez las desigualdades, se genere la necesaria innovación y creatividad, cómo revertir la depredación de la naturaleza y promover nuevas formas de consumo sustentable y convivencia.  En  ese contexto se reflexionó que ni el sistema productivo, ni social están dando cuenta de las dificultades y baches de los paradigmas en funcionamiento que por un lado u otro muestran su insuficiencia.

El mito de la modernidad produjo la idea que todos los seres humanos tienen el derecho a la libertad y esta debe ser construida no solo como resultante de la individualidad sino como una condición social igualitaria en algún nivel para que todos puedan ser libres.  Era una utopía en el siglo XIX pensar el derecho de los ciudadanos a votar, a educarse,  a tener salud, a la protección social en la infancia, el desempleo o la vejez,  en el siglo XX se consolidaron conquistas que asocian la libertad a un conjunto de derechos sociales y salvo lo que presuponen la libertad ligada a la exclusiva iniciativa de los individuos, aceptan que se generen mecanismos, menores o mayores de intervención social para igualar y proteger en determinados niveles.  En el mismo sentido emerge la idea de renta básica como una condición necesaria pero no suficiente para que podamos desarrollarnos en libertad e igualdad básica en el siglo XXI.

La disyuntiva, que a la vez teórica y práctica, es también ideológica e instrumental respecto a cómo se generan las condiciones  para que las sociedades logren mejor “bienestar” o “buen vivir”, desde una perspectiva  dónde todos los individuos de una sociedad no deberían ser reconocidos solo por su capacidad de iniciativa o sus derechos políticos, sino también por la autonomía relativa que los habilite efectivamente a tomar decisiones que les permita ser libres, con margen de opción básica, haciendo efectiva la ausencia de coacción no solo en lo formal.

En Uruguay[8], como en toda América Latina[9] y el mundo, la propuesta de RBU, como se ha dicho en los artículos citados y el libro de FHCE retoma, defendida o cuestionada por  ultraliberales, liberales, socialdemócratas, como por distintas vertientes socialistas.  Esto se debe a que alude a un aspecto sustantivo del deseo vital del ser humano: ser libre y que ello sea una condición de toda la comunidad.

El conflicto que se produce es qué vínculo tienen lo individual y lo social en la economía y en las formas organizacionales que producen tanto la generación de la riqueza como su distribución a los efectos que el mecanismo que se utilice posibilite efectivamente la autonomía de las personas. ¿Cuáles son los grados de libertad en relación a la igualdad que la facilitan o la entorpecen? ¿Cuáles son los grados de igualdad en relación a la libertad que la potencian y no la estancan? En parte libertad e igualdad son dos caras de una misma realidad y tienen su propia dimensión, pero lo que parece claro es que para que seamos seres autónomos  se debe jerarquizar en la libertad y la pregunta es cómo, para que sea efectivamente una condición para cada uno y todos a la vez.

El objetivo de llegar a la libertad radicalizando la igualdad de resultados, produjo a la vez sociedades con sistemas universalizables, pero que en muchos casos y sobre todo en el socialismo real y la crisis de la mayoría de las socialdemocracias, detuvo una iniciativa individual  reclamada como condición necesaria para que se generen mercados activos. Por otro lado el objetivo de ligar la libertad a la exclusiva iniciativa de los individuos, desencadeno cierta creatividad, pero produjo desigualdades sustantivas que están a la base del quiebre societal que se ha producido en las tres últimas décadas en distintos continentes. Asimismo las propuestas de crecimiento con equidad, liberalismo social o sinergias entre políticas económicas y políticas sociales que buscan articular la capacidad de iniciativa con la igualdad de oportunidades tanto en formas de mercado, como en sistemas de inclusión social y económica, ampliando la inclusión pero no resuelven la sustentabilidad  a la hora de asumir los vaivenes de la dinámica económica.

En tal sentido la relación de la libertad con la igualdad tanto en lo relativo a la centralidad de la iniciativa o de los resultados respecto a las oportunidades reclaman el que se esté posibilitado para poder tomar iniciativa, valerse de las oportunidades y tener el margen de autonomía suficiente como para que la condicionalidad sea una motivación, restricción o posibilidad ante la que se pueda efectivamente decidir y estar obligado a hacer algo que eliminaría per se la condición de libertad. Se busca que se logre el reconocimiento de  cada persona por parte de la sociedad a poder realizar lo que desea, sea esto el ocio o cualquier acción dando condiciones para mayor democracia.

Lo Vuolo, plantea que «Un elemento sustancial de un nuevo régimen de organización social, que ponga la economía al servicio de la cuestión social, es la necesidad de crear una nueva matriz cultural y social donde el empleo deje de ser el fundamento que da derecho a tener otros derechos sociales. No es sensato seguir adosando al empleo remunerado la plenitud de los derechos económicos (ingreso), de los derechos sociales (protección social) y políticos (representación de intereses colectivos)…un sistema alternativo de políticas sociales debería asentarse en tres pilares universales: 1) garantía de ingreso básico, 2) salud y 3) educación. complementariamente, programas selectivos que se ocupen verdaderamente de cuestiones excepcionales».

El cómo se posibilita y se lleva a la práctica secuencialmente y se hace compatible con otros aspectos como el empleo, la iniciativa y el desarrollo, supone a la vez una mirada distinta de hasta dónde estamos dispuestos a aceptar el posibilitar la libertad y hasta dónde se acepta socializar lo que se genera como resultado de la inteligencia social acumulada en las sociedades, independientemente de los individuos o grupos que lo lideren como emergentes de una sociedad local, regional y global. Tema para otro artículo.





[1] Docente de Historia de las Ideas en Facultad de Derecho UdelaR, integrante del equipo de investigación de Renta Básica en FHCE-Udelar, Docente de filosofía para economía  y empresas e investigador en innovación social y desarrollo en la FCE- UCU. Ex asesor de la Dirección  OPP en el gobierno de Tabaré Vázquez.
[2]Lía Berisso (comp.), Carmen Demárquez, Nelson Villarreal y Karen Wild FHCE- CSIC – UdelaR, ver reseña de Horacio Bernardo
[3] Ver Philippe. Van Parijs “Libertad real para todos”
[4] Ver red global BIEN http://www.redrentabasica.org/
[5] Ver de Bauman “Consumismo, consumismo y nuevos pobres. La ética del trabajo”
[6] Ver J. Roemer “Segunda variante de igualdad de oportunidades”
[7]  http://www.internacionaldelconocimiento.org/ ver Foro Iberoamericano de Estudios del Desarrollo
[8] Desde el artiguismo, pasando por las tradiciones batllista, nacionalista liberal, social-cristiana, anarquista y marxista, se pueden encontrar referentes articulables con la RBU, como en todo el sistema de seguridad social generado en el siglo XX y profundizado en la última década
[9] Ver “Renta Básica de Ciudadanía. La respuesta dada por el viento” del senador brasileño Eduardo Matarazo  Suplicy

martes, 3 de febrero de 2015


"Bases culturales y políticas para consolidar alteridad y convivencia activa en la globalización y transmodernidad del siglo XXI" VIII Congreso Latinoamericano de Ciencia y Religión Bs As, 20 a 22 de oct. 2014

Abordar en el siglo XXI la prospectiva de un paradigma de convivencia que posibilite en libertad, igualdad y reciprocidad la diferencia y diversidad humana, implica reflexionar desde una perspectiva  antropológica  integral. Retomar el valor de la categoría de alteridad: “ser con los otros”, como condición necesaria para ser parte de una  humanidad que asume sus contradicciones y conflictos en lo local, regional y global.  Superando explotación,  dominación, opresión y sumisión, a partir de una dinámica activa del reconocimiento de la reciprocidad de derechos para el desarrollo de cada uno y de toda/os las personas y pueblos.
La relación de razón y religión en una sociedad «postsecular» en Habermas o «global» en Ratzinger, hoy en el rol y discurso de Francisco, como parte del debate modernidad-posmodernidad-transmodernidad, supone la complejización de la razón moderna en sus confluencias y contradicciones abiertas en el siglo XXI. Ambos pueden ser referentes fundamentales de la secularidad en el relativismo cultural, la posmodernidad y modernidad incompleta confluyendo en la no sacralización del Estado y la política para el valor de los Derechos Humanos.
El centro del intercambio, expresión de razón y fe, está en el reconocimiento que el Estado liberal encuentra dos raíces en las bases morales que lo posibilitan. En tal sentido la secularidad moderna tiene como fundamentos no solo la racionalidad de la modernidad, sino también el aporte del sentido religioso del judeocristianismo y en algunos contextos el islam. Dimensión de substrato pre-político de los valores democráticos.